Mi corazón late
como un ejército de caballos
que galopan
trashumantes
Y en sus ancas monta
Mephistos multiplicado
en mil sonrisas de mujer
Yo sin armadura
me arrojo a la batalla
cual enceguecido Centurión
proscrito
Quizá Dios
esté de mi parte
al menos ésta noche
Y el fiero monstruo
que hace de mis ojos
una hoguera
sea de mi exorcizado
Ay, oscuridad
tormento de venenos
los invoco
a este cuerpo
de vestidos mortuorios
Si me acechan
burlones e impetuosos
y yo
huyo temerosa
como aquéllos que los niegan
¡No me dejarán en paz!
Mas por eso los atraigo
con elixires malignos
y si el Padre no me asiste
tendré a Luxfero de mi lado.
Amén.
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