sábado, 1 de diciembre de 2007

Sin querer que nos atrapen.

Sin querer que nos atrapen
caminamos
a veces tendidos en
capas de humo y desolación.

Todos buscan un amor,
un redentor
una muleta,
un descanso de la búsqueda
de no ser atrapados.

Antes,
mucho antes de este tiempo, mi amor
cantábamos y llorábamos
de verdad.
Porque yo creía en la verdad
y también creía en el amor
y en la huída.

Y tu beso era un áncora.

Qué puedo decirte
que no te haya dicho el tiempo,
la verdad es una mujer
diabólica
que devora los pecados
más que ningún cordero.

Y ahora te acomodás
en tus sillas burguesas,
imagino que serán de terciopelo
carmesí
como la pasión que me subyuga.

Me dejaste la impresión
de haber fallado en algo grande y también,
gané con perderte
un ungüento de momentos divinos
que me hubieran sido prescindibles a tu lado.

Leí más libros de los que me robaste,
silbé trescientos noventa y un millón tangos
que no te guardo en ningún cajón
porque decidí aniquilarte
en el momento que cruzaste la puerta
(fue mucho después pero)
no seré yo quien te hable de muertes que ya conocés.

Yo guardo souvenires falsos
en los bolsillos
y en las valijas,
que no he sabido enterrar en ningún lugar
y te perdono porque no hay nada que perdonar
porque el amor también es una burla residente
y la destrucción insoslayable
de toda felicidad
es un hecho que no conocerás
en los rincones de tu prisión holgada,
a eso también lo sabés muy bien.

Mañana suspiraré rendida
por la vejez y la duda,
y me echaré en un sillón
o elegiré morir en la nada de mi gloria.

Porque todos vivimos sin querer que nos atrapen,
todos morimos con un lamento sólo;
que nada ni nadie

nos haya atrapado realmente.

3 comentarios:

Dean Moriarty dijo...

Todos intentamos escapar:

A través del vidrio
de la luz diurna
veía resplandecer
la esbelta figura de la hidra.

Como en una quimera,
como en un ensueño
vaciaba mis vísceras
en el inocuo espejo azul.

El eco desértico
ahonda en mi memoria
como en mi piel el cristal
de sus senos desnudos.

Mis angulosas, retorcidas
manos se perdían
en las tierras olvidadas
del espejismo de su imagen.

He buceado en las inmensas profundidades
de su vidriosa lengua
con la que cercenó
mi boca añil.

Solo se trata de su efigie
sobre mi
soledad,
de su sombra esférica
sobre mi acristalado corazón.

Un beso dulce

Sr Naranja dijo...

Hola, el olvido es un gran problema. Muchas veces uno piensa de que manera uno puede ser libre, al pensar en esto se puede pensar en la locura o la enfermedad, pero aun asi no somos libres. Sino al contrario, somos presos de nuestra enfermedad o locura. O en este caso, el amor maldito.

Me gusta la nostalgia que escribis en algunos de tus textos, soy partidario de la melancolia tambien (sin caer en lo burdo de lo escabroso).

Te deseo suerte...

josé lopez romero dijo...

terriblemente tierno, estas formas de decir me dan ganas de no descansar en la búsqueda y encontrarme siempre con alguien que me destape las arterias de la ignorancia, dicho con humor agradecido.