Quisiera dirigirme a los dueños de esas susceptibilidades que alguna vez herí. Por qué les hiere una triste verdad, les preguntaría, si me fuera lícito tirar mi sapiencia al aire, como ellos tiran su ignorancia al viento. Idiotas, me entristecen. Yo dejo que su
vanidad me entristezca como ellos dejan que mi orgullo los hiera. Idiotas, buscadores de caricias y consuelos, idiotas y nada más. Su fe en lo desconocido y su rechazo a la razón no hace sino acrecentar mi desprecio de todo lo popular, de todo lo facilmente digerido y aceptado. Idiotas, falsos buscadores de luz. Su luz no es sino un fulgor que empaña la vista, su certeza no es sino una puta llamada esperanza. Mi certeza es duda, dudando llego a mi certeza, a mi verdad primera, a la verdad que me ha sido asignada. Así pues, yo no me siento ultrajada por sus fantasias de ultratumba, no me siento en peligro, su verdad es para mi una burla y en cambio, mi verdad es rechazada por ustedes como se rechaza todo lo que pone en jaque una verdad adquirida de sigo en siglo, sin el merito de la gran reflexión. Idiotas, me entristecen. Veo ante mi desplegarse una eternidad de desvarío, una eternidad hacia delante, una eternidad hacia atrás. Y que el sabio calle su verdad con amargura, que deje crecer la ignorancia por todos lados, que no hiera susceptibilidades..., este es el mandato. Que marche pues el sabio a su soledad, donde su voz resuena como un eco en la noche.

3 comentarios:
Tu forma de escribir es brillante!
gracias...
Coni
Cuando leemos algo que nos gusta aceptamos que nos traten como quiera el texto, y a tal punto uno se siente hasta orgulloso de poder llamarse idiota.
Me gustó mucho.
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