miércoles, 29 de septiembre de 2010

Bondad a priori

La felicidad de mi prójimo me llena de satisfacción, mientras que la sola visión del dolor ajeno me hiere los ojos, y ni hablar del alma. El único momento en que decido ser impiadosa es cuando ese prójimo se propone coaccionar mi voluntad a la medida de su absurda espectativa. Así las cosas, y por lo demás, soy un espíritu entregado al porvenir de la raza humana, no a sus miserias pasajeras.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy angustiado y me sorprende descubrir que leerte nuevas palabras me alivia. Más si son éstas.

Gala dijo...

Cumplo mi misión encontes, anonimo. Es ud. El mismo anónimo de siempre?
Le respondo con una frase de un gran angustiado que se llamó Lucio Séneca:

No os espante el dolor, o tendrá fin o acabará con vosotros...

Saludos

Anónimo dijo...

Soy el de siempre (Bernardo, digamos). Voy a pensar aquella frase por un buen tiempo.

Saludos

Gala dijo...

Jajajaja... ¿al fin tomó vida propia mi personaje? Espero que no pretenda asesinarme por las cosas que le hice... No todo está dicho, Bernardo, todos terminamos víctimas de nuestra fé.