miércoles, 3 de junio de 2009

Laberintos II

En un laberinto donde
soy mi propio perseguidor, un minotauro
Aguardo el rescate del sol.
La locura, que es mi sombra
acecha los pasos de mi mente.
En los rincones de esta prisión
se amontonan mis juicios
El flameante hastío
La cólera de un Dios muerto
Tu proclamación de Amor eterno.
En conjunto me escrudriñan
estos seres de moral mitológica.
Me despierto soñando
que esta pesadilla me dejará
un día en paz y entonces
Me duermo en la realidad
otra vez, infinita-mente.
.
*Un año después, como si nada hubiera cambiado, entre tanto que cambió, estos versos me son de una familiaridad asombrosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una poesía infinitamente hermosa,

Gala dijo...

Muchas gracias, Anónimo, siempre quise hablar con usted...