El problema después de tanto tiempo no era la falta de amor sino todo lo contrario, siempre se puede besar mejor a un extraño (pensó) porque este mundo es la parodia asquerosa de un viejo ideal.
Él también había preferido revolcarse en camas vacías durante los años de juventud, había querido decir “sí” para siempre y había desistido, veía algo de inalcanzable en todo, una utopía lánguida descansaba en los cajones de su mesa de luz, bajo un libro de bolsillo del Profesor Nietzsche.
Un hombre camina un espejismo de años eternos hasta el umbral de cierta edad, entonces divisa a lo lejos la caída del sol, el ocaso de su ilusión de trascendencia se derrumba del cielo y cae, con el peso de todo lo viejo y desgastado, ahora los años se des-cuentan y se anudan en nostalgias de alegrías superfluas y de tiempos que por pasados y pisados se verán siempre mejor.
La virtud detrás de la fidelidad es a la vez su defecto.
No es el compromiso sino el aburrimiento lo que ha movido a la humanidad desde siempre en busca de variaciones de su realidad. El ideal del hombre se transformó así, en su propio antagonista; un compromiso con la realidad, el estado ideal, es socavado por el rayo destructor del aburrimiento. El terror del sinsentido descansa ahora tras el velo de un nuevo ideal.
Bernardo agarra una cuchara y revuelve la ginebra que puso recién en el café. Es invierno y su casa es la antártica. No hay estufa, dos hornallas están prendidas en la cocina. Ha pensado que debió detener a Laura. Quiso evadir el dilema y se pasó todo ese sábado en el bar, cuando volvió, (eran las nueve de la noche), Laura ya se había mandado mudar.
Hace dos días la encontró pernoctando con cierto profesor de literatura inglesa, en el sillón de su casa. Bernardo no dijo demasiado sobre el “episodio”, cosa que molestó sobremanera a Laura, porque para colmo de males parece que no le importa.
Laura siempre fue fiel, su compromiso con Bernardo era certero y fue sólo el aburrimiento lo que la llevó a concretar la novedad de otro amor. Bernardo lo comprendía así, pero la condescendencia de un hombre de razón es una virtud imperdonable. Laura había tenido una crisis, el ideal de su amor era quebrado por la visión de un amor distinto: un nuevo ideal devoraba la extenuación de un ideal añejo.
Bernardo no opuso demasiada resistencia, no confiaba en la necedad de obstruir el devenir de las cosas. La palabra i-ne-vi-ta-ble se define a sí misma, y Bernardo es de esos que gustan de coleccionar significados y significantes, la noción que inevitable abarca, es a la vez deleite y amargura de su conciencia. Pero ahora es tarde. Laura se ha ido y quizás no vuelva a verla.
Bernardo sorbe el café-ginebra, se frota las manos para ahuyentar al frío.
©La inutilidad de las horas anda siendo compaginada por estos días, pues toda obra anhela su consumación. Como opera prima (al menos en lo que a novela se refiere) su destino será (probablemente) el de morir en uno de los baúles que tengo esparcidos en casas ajenas (porque yo no tengo casa ni ajeno) pero en fin, será al fin un intento de trascender mi nihil, una justificación de tanto inconformismo (¿fundado?). No es que el arte sea inútil, son las horas que no valen si no hay intento de ver más allá de la opresión de lo con-secuente; la aliteración de los días. El artista posee una visión y una misión, si algo dijo de cierto Wilde, es que los grandes destinos son sólo para las grandes almas... hagamos el favor de intentar.
4 comentarios:
Siempre leo con agrado tus textos pero me dejó perplejo y satisfecho tu reflexión después del final.
A veces si se hace necesario obstruir el devenir de las cosas. Aunque casi seguro que la obstrucción será al final un fracaso y el "sino" será que el devenir venza, quizá esa obstrucción sirvió para algún logro personal, alguna pequeña salvación en alguna cuasi perdida relación.
Los baules no son buenos, danos el gusto de leer lo que escibas.
Blas
inevitablee
ya llegara tu novela, como tu cuaderno quizas, y no creo que te vayas a arrepentir, como "los grandes escritores" jejej
como viene la 2da :P
un abrazo anteojos
Y bueno... ahora ando por aquí. No sé quien decía que el secreto de ser aburrido es decirlo todo... Por eso es necesario el misterio, los secretos, la ambigüedad... (de literatura estoy hablando. Bue: no sólo de literatura).
Todo el sol para vos en este 2008 y... "Sílbame oh cabeza..."
jm
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