domingo, 16 de diciembre de 2007

otro domingo,


A veces tenía la impresión de que toda su vida era un camino indefectible hacia ese día hostíl. Le costaba pensar en todo lo que había sucedido. Decidió aniquilar la duda con veintitres canciones de Led Zeppelin. Eso era siempre de ayuda.

Después de todo, eran la seis y media de la mañana y Bernardo estaba solo. Hace una hora estaba rodeado de un par de cientos de rostros grotescos en el bar, y algunos habían sido de su agrado. Sin embargo,

todos eran un adorno.

Todos habían roto la promesa hace tiempo ya.

De no olvidar.

Y esa verdad era muy triste para un domingo a las seis de la mañana.

Así que Bernardo se quedó ahí, sin mucho más que acotar a la farsa de otro domingo del montón.

1 comentario:

Diego M dijo...

Es que el olvido a veces es tan tentador...
No me imaginaba que Bernardo escuchaba Led Zeppelin!
Sigo esperando la edición de ésta novela, estimada Srita Gala, tanto como usted está esperando mi casamiento. ¿Que llegará primero? jajaja