
Suspiros. Un leve ambiente de desolación y algo así como una promesa que era preferible olvidar. A esas horas la vivat comoedia humana no tenía valor y menos ante el paisaje magnanimo que se imponía a su vista. Cómo había osado dudar de esa grandeza, fue la pregunta que de inmediato vino a instalarse en su mente. Pero siempre terminaba cayendo en la duda retórica, cosa que por suerte, no hacia sino darle impulso a su vida o todo lo contrario, virtud que algunos le aplaudían y otros se apuraban en censurar, como si realmente importara decidirse por tal o cual camino en la vida, todo es maquinación oscura, pensaba, y respiraba tranquilamente el aire frío de la tarde que iba a estar ahí sin lugar a dudas, aunque ella no miráse desde el otro lado de la ventana. El tren era una fila de vagones, color uniforme, que dejaba una impresión neutral a los sentidos. Nada de eso importaba. Había un ligero aire de misticismo en derredor y Julia tenía que acordarse, una vez más, que había algo que ya la había encontrado a ella. Indefectiblemente, remarcó en su libreta y pensó que al menos así no cabía defecto entre el bien y el mal.
1 comentario:
un viaje lejos
donde el horizonte no se esconde
hola, luciernaga
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