sábado, 21 de julio de 2007

El que quiera oir que oiga,

Yo recorro caminos solitarios
voy donde nadie me acompaña,
busco lo que nadie quisiera encontrar,
y cuando me arrojo al abismo de mis dudas
no hay noble alma que siga mis pasos,
no hay manos calidas,
no hay quien comprenda la esencia de mi sana locura,

(...)*

*publicaré el resto en estos días, no con intención de crear expectativas (a quién?) sino porque no tengo la poesía a mano y quise usarla de excusa para volver a meterles en la cabeza Del camino del creador de mi amigo Nietzsche, leanlo carajo, leanlo hasta que les sangren los ojos! (si se me excusa lo violencia)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando por fin quiso escapar y tocar las estrellas, chocó fuerte contra el techo. Entonces regresó a su silla, a jugar con el encendedor que ofrece egoísta un fuego gastado y casi inútil. Giraba insistentemente la ruedita metálica mientras observaba la intermitencia de las canaletas: “Hora de que adornes el cajón”, pensó. Con un dejo de culpa, por fin logró encender el Gaulois arrugado y blanco de viejo. La espera fue larga, para ambos, pero la recompensa grande, siempre es así, o no, no importa. El humo en la garganta le devolvió la calma que empezaba a perder, era evidente; jamás podría abandonar el vicio que se dejaba fácil.

Pero el problema era otro. Implicaba pensar. Y pensó, siempre pensaba, era difícil abstraer la mente y no hacerlo. Más aún en alguien como ella.

… “¿Qué es la nada?… Siempre hay algo, hasta en la nada misma”…

Ese algo se reproducía para no ser nada y esa nada dejaba de ser para dar lugar a viajes, libros, amores, alegrías, depresiones, fármacos.

Entre libros, giró el filtro sobre el cenicero triangular. Hacía frío, tanto como el que transmiten las uñas de metal al pasar las hojas. Y las líneas tan simétricas, una debajo de otra, dibujando el papel para construir la salida, la ruta de escape de quien sabe donde. Un poco acá y otro poco allá. Acá y allá, acá y allá y de nuevo acá. Inconforme, sí. Displicente, también. ¿Y qué? Si no hay edades hasta encontrar el camino.

Recostada en el sillón, inclinó levemente las piernas sin cuidar las formas, ni al sillón, claro, que en ese mismo momento crujió madera. La sangre fluye en sentido inverso, los pies pierden lucidez, se derriten. Y la masa grisácea cada vez más sedienta, y eso estaba bien.

Era noche de debate y muchas sillas vacías. Todos llegaban tarde a la reunión pese a las órdenes del jefe. Pero nunca falta alguien que sobra y Mr. Brain tomó las riendas: “Esto así no va más, exijo la notificación de renuncia de aquellos que no asistan con regularidad”.

n.

Caetano Evon dijo...

hm... esperaré el resto
y mientras me sangraran los ojos...

el principio ta bueno igual ;)
un abrazo..

LA CARICATURA EXISTENCIALISTA dijo...

"Yo recorro caminos solitarios
voy donde nadie me acompaña,
busco lo que nadie quisiera encontrar..."

Algo así es la vida de Tito! Saludos de la Caricatura Existencialista!